lunes, 29 de agosto de 2016

Anunciación de Bellow Por Oberdan Rocamora






Ocurría que ambos, Ike Gilmore Y Lyndon Hertz, eran sindicados como protagonistas de la banda poderosa que había sabido formar y encabezar el ya diezmado Dick Sanardi.
Quien pensaba recuperarse- como se dijo- si prosperaban las excesivas ambiciones de Edward Head, el cuadro fuerte de Nueva Jersey, que no disimulaba sus intenciones de suceder a Terence Bellow en Virginia. Para ser exactos, Head tenía las mismas intenciones del técnico irascible Red Ryder , y por lo tanto, ante las prevenciones de Bellow, sigilosamente ambos Ryder y Head disputaban entre sí.
Estimulaban cada uno a los adversarios del otro, mientras Bellow, por su parte, los aprovechaba a ambos y trataba de debilitarlos, pero con dosis mínimas de perversión porque los dos le resultaban francamente indispensables para administrar la coyuntura del poder cotidiano, que pensaba, en el fondo, mantener para siempre.
Si Bellow se tuteaba con la eternidad, y ni siquiera alcanzaba a imaginar Virginia sin su comando en vida, y como era meramente inmortal no podía existir ninguna posibilidad sucesoria,

Aunque por otra parte, el arreglo de Lyndon Hertz con Dick Sanardi siempre había sido provisorio. Coyuntural, en virtud, siempre, de un adversario más poderoso, eventualmente el mismo Bellow.
Ya una vez, como una década atrás, cuando Bellow manejaba apenas el espacio marginal de Ohio, para ser exactos en 1983, L. Hertz y D. Sanardi habían disputado con rabiosa elegancia por la jefatura más importante de Virginia.Sin embargo los dos quedaron en el camino cuando apareció la figura hábil, oportuna y ética de Robert Vesco.
En su improvisada condición de fervoroso demócrata, R . Vesco los pasó por encima sin la menor contemplación, amparado por la solidez conceptual de dos moralistas incorregibles como Dan Hughes y Richard Svarsky, y operadores fríos e inescrupulosos como Henry Glizino y Joe Appleman.
Ambos jóvenes --Glizino y Appleman, que se entendían sin siquiera mirarse, ocuparon los espacios con fuerte desesperación generacional, envenenaron la plaza con el arte de la marroquinería, y enchastraron medio Virginia con sus acciones coordinadas y renovadas, con salpicaduras múltiples y con proyecciones tan amplias y difusas que encerraban las claves de la propia autodestrucción, la próxima caída inexorable. Sin embargo eran tan jóvenes y se les debían tantos favores que perfectamente ambos podrían, en el retiro, al imaginarse imprescindibles , ilusionarse con un mundo venturoso por delante, satisfactorio y personal, donde sentirse tan útiles como perdonados.

Empero, Robert Vesco logró que durante un lustro los viejos competidores, Dick Sanardi que pugnaba por parecércele y el viejo Lyndon Hertz, pasaran a ser, de repente, aliados que se necesitaban, pero más por resentimiento hacia el hombre que los había desplazado- R. Vesco, que por afecto y afinidad entre ellos.

Pobres , en realidad era para compadecerlos a los viejos competidores que se asociaban apenas para combatir a quien los superaba.
Piedad y comprensión por Lyndon Hertz y Dick Sanardi. Porque, cuando declinaba Robert Vesco , y se hundía en la salsa de su propio y furibundo fracaso, y ellos suponían que había llegado la hora para volver a confrontar, arreglar sus diferencias y decidir quién mandaba en Virginia, apareció, por sorpresa y sin que lo tomaran muy en serio, el pintoresco negro de Ohio, con su aspecto de vaquero de ropas brillantes, Terence Bellow.

En la escena principal de Virginia, y con apetencias y vocación de poder, de pronto llegó Terence Bellow. Apoyado por los audaces impresentables , a los que Bellow sumaba porque eran marginales que no tenían siquiera fuerzas propias para soñar.
Personajes todos decadentes y de tercer nivel los que juntaba maravillosamente Bellow. Pesimistas, suicidas y desesperados que recogía de las calles con su ambulancia Bellow. Algunos con prontuarios temibles, y otros con presurosas ganas de construir sus propios prontuarios, muchos con cuentas pendientes a pagar pero con gran confianza en Bellow , como así también con muchas cuentas pendientes por cobrarse gracias a Bellow.
Amparados todos mágicamente detrás del carisma de Bellow, de la popularidad muy superior del prestigio de Bellow, porque todo en Virginia lo conocían a Bellow, alguna vez le habián dado la mano a Bellow cuando salía con su atuendo brillante de Ohio y vagaba por todas las unidades. Entonces, por varias supuestas bondades triunfaría Bellow y los arrollaría tanto a sanardistas como a vesquistas, y se quedaría con el codiciado poder Bellow , por razones que tenían que buscarse en sus virtudes, pero sobre todo en las carencias y defectos de los otros , como D . Sanardi o R. Vesco en especial, y tantas debilidades de todos aquellos que se pretendían más dignos que Bellow, discutiblemente confiables,  maduros y racionales.
A causa del mágico e insoportablemente pragmático hombre fuerte de Ohio, Terence Bellow, de nuevo entonces Dick Sanardi y el viejo Lyndon Hertz volvieron a su antiguo hábito despreciable de desplazados. Sin embargo L. Hertz merodeaba los setenta años y a pesar de encontrarse física y mentalmente en plenitud, ya no podía esperar otra oportunidad, de manera que aceptó con inteligencia la nueva situación , para adaptarse de inmediato, cuadrarse con sobriedad, y por lo tanto debió guarecerse en su fino sentido del humor, y su extraordinario cinismo de hombre superior de Nueva Inglaterra.
Por lo menos , Lyndon Hertz se encontraba en mejores condiciones que Dick Sanardi, quien ingresaba en la frontera de los sesenta , y podía aspirar, a lo sumo, a ser bien recibido por T. Bellow, en su condición de hombre fuerte de Nueva Jersey.Una vez en la semana, generalmente los miércoles en el gran despacho general  de Bellow, en Virginia.
Para mantener la ficción del respeto Bellow lo recibía. La comedia de ser considerado con Sanardi, y respetado por un Bellow que había sacado a relucir sus fantásticas condiciones para la crueldad, sus aptitudes sorprendentes para el oficio de verdugo, recursos que ya había ejercitado en Ohio.
Por ejemplo, Bellow simulara su rostro de aburrimiento cuando el vencido Sanardi le hablaba, y le planteaba sus reproches y preocupaciones varias , tal vez durante un miércoles a las once de la mañana, en el despacho más cotizado de Virginia, mientras Sanardi intentaba , delante de testigos trascendentales, clarificarlo con un gráfico en la pizarra, Bellow, a propósito, se le dormía. Dick Sanardi desplegaba con contundencia sus razonamientos y Bellow, delante de personajes decisorios, se lanzaba a roncar. Para permitir después que fuera conocida la historia del oportuno sueño deliberado.

Por si no bastara, además de ignorarlo y humillarlo siempre que podía, Bellow se encargó de privilegiar a quienes habían trabajado para Sanardi. Lo despojaba, Bellow le birlaba sus mejores elementos mientras pacientemente lo destruía. Bellow valoraba más a la gente de Dick Sanardi que al propio y desconcertado Dick Sanardi.

A T, Bellow sólo le interesaban los equipos que D Sanardi había preparado para dirigir Virginia, que podián al menos garantizarle una gestión responsable, porque por supuesto Bellow tenía una confianza relativa, casi nula, en los audaces que habían apostado por él , los aventureros que había recogido de la calle y que tenían apenas vida para perder.
Era carismático y mágico el negro Bellow, pero sorprendía por su racionalidad y pragmatismo. Tenía exacta conciencia de sus limitaciones, y era lo suficientemente inteligente para saber que si ellos , los audaces y aventureros que recogió con su ambulancia de la calle, habían seguido a un hombre de su calaña, a aquel Terence Bellow , vaquero de ropas brillantes, o podían servir para gran cosa.

Redundante tal vez era aceptar que Doug Evans se sentía uno de los impresentables que había ayudado a instalar, en el primer plano de Virginia, carismatico e imprevisble hombre pragmatico de Ohio, Terence Bellow. Lejos estaba, por otra parte, de considerarlo su peor pecado.    

miércoles, 17 de agosto de 2016

Los limites de la cordera Por G.Cordera



MUJERES, PERDÓN.
A una semana de la gran explosión siento que fui el escenario de una guerra que no me pertenece, justo en el exacto momento en que había decidido dejar de luchar. Eso es lo más revelador de esta historia para mí. Queriendo dejar de luchar, fui el campo de batalla de una gran guerra de enorme trascendencia. Y quería dejar de luchar porque ya no creo en el castigo, creo en el perdón, creo en la aceptación. En un encuentro conmigo mismo había descubierto que necesitaba luchar más, solo aceptarme. Había decidido no castigarme más y no castigar, no enjuiciarme más y no enjuiciar, pero la vida tenía guardada una sorpresa para mí: tal vez necesitaba aún sanar muchos años en los que sí me castigué y castigué, me enjuicié y enjuicié y luché también contra todo lo que creía que me hacía mal.
Traicioné a mi persona que repudia toda clase de violación y ofendí al universo de la mujer, que es lo que menos hubiera querido hacer. Y para colmo, después de ver lo que había provocado, salí a defenderme torpemente como un boxeador que tira golpes erráticos mientras cae después de un inevitable nocaut. Y aunque siempre tomé mis errores como una luminosa comunicación con Dios, esta vez transgredí un límite por lo cual estoy profundamente arrepentido.
Con este episodio aprendí que las palabras son más condenadas que los hechos, al ver que sin haber violado a nadie, ni abusado de nadie, tuve una condena social más dura que un violador o un abusador. Vi cómo se condena al que dice, al que muestra. Mi estupidez, mi equivocación, mi grosería, mi representación estuvo en manos de mi personaje provocador que activó algo que estaba guardado en muchísima gente. Y pronto se mostró. Eso me ayudó a verme y saber que quien habló, no me identifica para nada. Yo quiero felicidad para la gente, no sufrimiento.
En esta semana leí y escuché mucho de lo que se expresó sobre el episodio. Y me di cuenta que no me estaban atacando a mí, estaban atacando a lo que dije. Y yo no soy el mensaje. Yo soy un canal, como todos los artistas del mundo. Pagamos por ser canales. No me identifico con lo que digo, sólo lo digo. Y en poco tiempo cambio para poder ver el mundo desde un nuevo lugar. Me contradigo, me equivoco y esa inestabilidad es peligrosa. Se confundió el artista con el provocador y lo que expresé en esa charla hiere, en tiempos donde hay tanta sensibilidad con el tema violación. Soy un tipo inteligente, pero mi inteligencia no pudo con lo que ocurre cuando abro el canal. Mi inteligencia no está cuando improviso. Mi inteligencia no pudo detener a mi canal de expresión y esa es mi condena. Es por eso que me hago responsable de ser un artista que no pudo mirar dónde estaba, este delicado tema merecía ser tratado en un ámbito académico y lo hice en un ejercicio con estudiantes de periodismo de espectáculos. No supe comunicarme. ¿Por qué tendrían que entenderme?. Lo que quisiera que la gente sepa es que cargo con una combustión emocional que me hace frágil ante la mirada de los demás y fácilmente condenable. Pero la condena fue brutal. Pocos cuidan a los artistas, los usamos, vivimos de ellos, disfrutamos de sus obras, pero cuando se equivocan no tenemos piedad de sus errores y equivocaciones por mas fuertes que sean. Llevo casi 30 años de música y de arte regalado al mundo. Cada piedrita de este universo que construí con amor me costó sudor y lágrimas. Cada uno que hace una carrera con una banda sabe perfectamente lo que es eso. Y ahora me encuentro solo frente a esta máquina viendo qué nos queda después de esta gran bomba. En este campo de batalla, lo que fui hoy yace muerto para mí, pero todo con el tiempo se repara. Aunque para que se repare es necesario abrir los ojos de la CONCIENCIA.
Lo que más pena me da son las ilusiones y los sueños de tantos seres queridos esfumándose entre mis manos. Eso me produjo un inevitable dolor porque esta vez se tuvo que teatralizar en casa la historia de la humanidad y eso fue muy insoportable, pero también muy nutritivo, porque pudimos ver una escena dantesca donde todos quedamos desnudos. Y digo todos, los valientes para expresar sus ideas y los otros que patean la cabeza de alguien que está indefenso en el suelo. Pero, que quede claro, con responsabilidad absolutamente mía. A veces los artistas muestran cosas que la sociedad no quiere ver por eso los castiga. Y para sanarme sólo me sirve transitar este brutal dolor. No me sirve condenar, ni victimizarme, ni explicar, ni justificar como respuesta. Y el perdón es lo único que puede curarme a mí y creo que a todos.
Entonces ¿qué es lo que nos queda?
Detener la marcha y tomar distancia por un largo tiempo, suspender todos nuestros conciertos -incluido el Gran Rex-, porque no quisiera contribuir a más sufrimiento. Que nadie pelee más en mi nombre. Y a quienes quieran encontrarme, búsquenme en las canciones, que ahí está mi corazón.
MUJERES, poniéndome en sus zapatos vuelvo a pedir perdón desde mi auténtico ser VARÓN.
"Cada golpe da el final
de lo que hasta ahora fue estable y normal.
Al llamado de atención
le da vida un percutor
iridiscente.
Siento que te pongas mal
tu dolor es mi dolor
si algo duele, duele a todos,
pero es de humano negar
si algo tiene que cambiar
todos cerramos los ojos.
Y atravesando el miedo, está la libertad...".

domingo, 14 de agosto de 2016

¿En qué cree la selección cuando piensa el fútbol? Por Diego Latorre



La selección argentina de básquetbol había perdido hacía algunos minutos por 81-73 contra Lituania y a Emanuel Ginóbili, aún transpirado, se le ocurrió decir: "Creíamos que lo ganábamos con coraje, pero no: se gana jugando bien, y a eso le tenés que sumar huevos y coraje".
Mientras otra de las selecciones argentinas que disputó los Juegos Olímpicos, la Sub 23 del Vasco Olarticoechea, intentó confiar en cuestiones laterales, complementarias -el alma, la camiseta, el corazón-, Manu devolvió al centro de la escena la palabra fundamental, la palabra desde la que debe construirse todo lo demás: el juego. Tuvo una fuerza esa frase, una fuerza, porque nos recordó la primera pregunta de todas, el primer paso: cómo hago para jugar bien; qué tengo que hacer; en qué idea debo creer. Es la pregunta que todavía no nos podemos contestar. La pregunta, peor todavía, que no nos hicimos aún. ¿En qué cree la selección Argentina cuando piensa el fútbol? ¿En qué creemos cuando hablamos de jugar?
La Argentina del Vasco no creyó en nada. El Vasco no creyó en nada. El fútbol argentino no sabe, en definitiva, en qué creer. La Sub 23 ha demostrado nuevamente que para nosotros es prescindible la identidad; que si está, está. Y que si no está, bueno, no está; nuestro fútbol -muchos de los entrenadores de nuestro fútbol- todavía cree en la salvación de la ruleta, en el poder de la gambeta, que a su equipo le salga el número mágico que es una jugada de ese 10 que es argentino y las demás selecciones no pueden inventar. Porque el talento es nuestro. Porque el talento siempre nos salvará. La pregunta es, entonces, qué construimos nosotros detrás de él. Qué hacemos para agigantarlo, para potenciarlo. Para que el bueno sea muy bueno y el crack sea mejor.
El primer tiempo en el 1-2 ante Portugal me recordó al debut frente a Bosnia, el 2-1 del último Mundial, cuando el equipo de Alejandro Sabella jugaba de una manera y se lesionó un delantero y entonces el equipo fue todo lo contrario (cinco defensores, con José Basanta) hasta que Messi se enojó. Dos años después, el Vasco también ha sido un camaleón. Primero fue el pánico a no perder y después fue la desesperación -y los tres puntas- porque había que ganar. Eso no puede suceder en un torneo. Es cierto que no hubo un período de adaptación, pero el entrenador tiene que creer en algo. Ya en el primer entrenamiento los equipos argentinos deberían preguntarse, ante todo, en qué quieren creer.
Y mientras tanto, el mundo nos rezagó: selecciones más humildes piensan en lograr lo básico, que es el juego, y acá todavía se repite el mantra que lo único que importa es ganar, sin nunca informar cómo puede lograrse, o buscarse, algo así. A Honduras le encantaría tener alguno de los delanteros desequilibrantes que juegan acá y sin embargo ha entrenado alrededor de una idea, una creencia, una estructura. A Portugal y Argelia también se les detectó esa búsqueda. Han logrado, como fin de todo eso, jugar, jugar como querían: o sea, jugar bien. La palabra que Ginóbili ha rescatado. La que en nuestra cultura aparece después de todas las demás.
Aunque el entorno sea tóxico para los que juegan (aunque los chicos hayan tenido responsabilidad, obvio, pero no es lo mismo errar un penal contra Honduras que destruir el fútbol argentino hasta la raíz), a la hora de armar el equipo el pensamiento ha sido elemental. No hay maestros, al menos a la vista, que nos puedan guiar. Un equipo -un buen equipo- también empieza en la sapiencia, la observación. Tengo a Correa: perfecto. ¿Y de qué juega Correa? De segundo delantero. Bien. ¿Y qué es lo mejor que tiene? Y, la habilidad zigzagueante, el freno. Genial. ¿Cómo hago entonces para que Correa esté cerca del área, mano a mano con un defensor, listo para activar su habilidad? Crecer es una cadena: si encara mano a mano al defensor estará más cerca del arco y entonces pateará más, corregirá su poca efectividad de gol. Lo Celso, ¿en qué se destaca Lo Celso? Y, recibe atrás de los volantes, gira, acelera, se va. Bien: entonces debe jugar por ahí. ¿Pero cómo hago para que la pelota le llegue limpia al chico de Central? Y, lograr una mejor elaboración desde atrás, un circuito de juego que lo deje de frente al arco y le aumente su campo visual, las opciones para que pueda descargar. Si a Gianetti le cuesta recortar metros, apretar, ¿con quién lo cubro, cómo lo podemos ayudar? Y así, bueno, el 4, el 5, el 6. Guillermo Barros Schelotto se debe estar preguntando qué movimientos hay que hacer -y quiénes los deben hacer- para que Tevez arranque sin marca, para que Tevez sea el que mejor puede ser. El entrenador tiene que conocer del juego para poder hacerse y contestarse estas preguntas, y cuando un equipo se desequilibró, como la selección, fue porque el juego elegido no era el indicado para quienes estaban ahí.
Cuando, en dos años, Lo Celso, por ejemplo, que en los Juegos entró y salió, haya encontrado en Europa una estructura, una creencia, una idea que lo cuide y le dé respuestas antes de jugar -y entonces la rompa en el Paris Saint Germain, se ilumine en un partido de la Champions League-, deberemos recordar que cuando jugó en una selección juvenil no se le concedieron más respuestas que tirarla hacia adelante y gambetear. Es el caos, la épica nacional: yo, el 7, el 10, he viajado a Brasil a vengar el desastre externo, a disimular todo lo que faltó. Un buen equipo no son sólo 11 jugadores, eso jamás fue así. Pero ese componente heroico (que nos encanta) nace de un equipo debilitado, un equipo que no tuvo apoyo, que no supo contestarse a qué quería jugar. El talento no siempre nos salvará.
Porque primero está el juego, como dijo Ginóbili, y los huevos y el coraje vienen después. Ganar, incluso, viene después. Creer en ganar, como a veces se grita, es entregarse a algo imposible de saber, algo que recién sucede en el final. Lo importante es entonces lo que ocurre mientras tanto, lo que ocurre en el medio, que es el proceso, el equipo, el convencimiento: el método y la idea desde lo que se ramifica todo lo demás. Un actor se sentirá seguro al filmar una escena porque ya sabe qué va a hacer la compañera, porque el director ya le concedió las respuestas que él necesitaba para jugar. Y recién al final de eso aparecerán el ensamble, la armonía, lo que todos queremos ver. Gustarle al público es algo que sucede sin querer, que sucede porque lo que querías era jugar bien -y te salió. El arte sucede.
Acaso por estas cosas es tóxico pensar primero en el final. De mi parte, nunca escuché que un actor o un espectador dijeran: "Yo creo en las películas que ganan el Oscar". El arte no se gesta entonces sino antes, en silencio, cuando todavía no aparecieron ni las cámaras ni los diarios ni el show.

sábado, 6 de agosto de 2016

Diagnostico Argentino IV -En búsqueda de la Paz y la abundancia - Poliguettos, Polileales y Mezquinos.









Diagnostico Argentino IV -En búsqueda de la Paz y la abundancia - Poliguettos, Polileales y Mezquinos. 

La sociedad argentina se encuentra constituida de una sociedad muy heterogénea pero nada homogénea; en argentina se encuentran gran cantidad de etnias diferentes.Por un lado están los primeros americanos, luego los españoles quienes establecieron el orden, después es posible si uno tomara la guía telefónica encontrar miles de apellidos de diferentes nacionalidades, como país fuimos un refugio , una nueva vida para los perseguidos, un sueño y una esperanza.

Argentina siendo una de las colonias financiada por España no pudo mantener el control real del territorio, primero perdió el control más allá de la capital hasta que perdió el poder por completo. Las alianzas de guettos libres tomaron el poder, aun sin estructuras comenzaba a forjarse la clase gobernante argentina. 


El basto territorio albergaba miles de escondites, la ley solo rige donde están las instituciones junto con la sociedad. Por lo que al llegar miles de inmigrantes al país por decisión de sus gobernantes , algunos compraron sus tierras y a otros se las designaron, otros trabajaron en el puerto. 

Esto formo miles de poliguettos, quienes en definitiva administran la ley y las decisiones políticas en sus territorios en respecto a sus aspiraciones, condiciones e ideales. 

La mayoría de estos poliguettos están representados por un líder o portavoz. Viven bajo una ley marcial democrática. Buscando lo mejor para su guetto. 

Polileales: la lealtad de estos guettos, de quienes se necesitan los votos para ganar cualquier elección, negocian beneficios con los gobernadores de turno a cambio de sus votos , cuestión de palabra, por lo tanto las estructuras internas del estado , sus instituciones funcionan como un molinete entran y salen como malones según la lealtad de quien haya recibido el poder del pueblo.(Sea de la clase social que fuera) 

Entonces el Estado no tiene un personal estable en su mayoría, un personal con experiencia y lealtad significativa con la empresa que lleva a cabo. Están de paso, hacen lo pueden en el periodo que viven en el poder. 

En consecuencia cuando el poder cambia de mano los nuevos empleados llegan a su oficina y no encuentran ni la engrapadora porque no saben donde la dejo el anterior, y si todavia queda alguien de la vieja gestión, desea que te ayude. Porque su lealtad ya no te pertenece. 

Lealtades pasajeras, lealtades Argentinas. 

Divididos en poliguettos polileales , a veces gobernamos en plena incomunicación totalmente entre nosotros y en fin cada uno tira para su guetto. Así como las camadas de fútbol tienen sus buenas y malas campañas, lo mismo sucede con las campañas de los políticos, quizá como aquella vez en el Basquet estemos esperando la selección dorada. 

Una administración transparente y equitativa con todos los sectores de las sociedades puede generar un clima de paz y abundancia. 

Eso si la lealtad se paga.

I.P.Vizzón

viernes, 5 de agosto de 2016

Dinastía : A la Nicaragüense Por Nehuen Yaguarete


Hace una década, el presidente Daniel Ortega de Nicaragua hizo una reaparición sorprendente para persuadir a los votantes a darle una segunda oportunidad en la gestión del país. Fue una trabajada victoria para el ex líder guerrillero, que viene de tres derrotas electorales.

Esta elección presidencial de noviembre, sin embargo, no será un ejercicio democrático. Percibo relativamente poca atención internacional, el Sr. Ortega ha trabajado en los últimos años para consolidar su poder mediante la construcción de una vasta red de patrocinio y vencer la oposición política.

El viernes pasado, 28 legisladores de la oposición fueron despedidos de sus cargos como resultado de un fallo de la Corte Suprema de Nicaragua, que está repleto de sus leales. Esta semana, el Sr. Ortega anunció que su esposa, Rosario Murillo, que ha servido durante mucho tiempo como la portavoz del gobierno, sería su candidato a la vicepresidencia en marcha en las próximas elecciones, la señal más clara que tienen la intención de establecer una dinastía autoritaria.

El predominio de Ortega en Nicaragua está en marcado contraste con el destino de otros gobiernos de izquierda que llegaron al poder en la última década. El atractivo de los líderes de izquierda en Bolivia, Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador han disminuido como el auge de las materias que les permitió repartir beneficios sociales generosos  finalmente se estrellaron, con lo que la mala gestión y la corrupción de sus gobiernos quedo sobre el tapete.

Ortega y su esposa han estado en el centro de la turbulenta historia de Nicaragua durante décadas. Eran miembros del Frente Sandinista de Liberación Nacional, un grupo rebelde de izquierda que derrocó a la familia Somoza, que gobernó el país dictatorialmente desde 1930 hasta 1979. El Sr. Ortega se convirtió en presidente en 1984 en unas elecciones que los observadores internacionales llamados por primera vez como creíble de la nación . Su candidatura para la reelección en 1990 fracasó, en gran parte debido a las acusaciones de corrupción.

Después que el Sr. Ortega ganó las elecciones en 2006, se trasladó con rapidez para reformar la estructura política del país. El partido sandinista descalificando rivales y  supero las elecciones municipales de 2008 y desde entonces se ha utilizado una combinación de incentivos financieros y casos legales arbitrarios para cooptar a sectores de la oposición y dejar de lado el resto.

Ortega envalentonado en los tribunales y la Asamblea Nacional con los aliados,  abrió el camino para un cambio legislativo (2014) que permite al presidente funcionar indefinidamente por períodos de cinco años.

Sra. Murillo, por su parte, se ha convertido en una figura pública muy visible con un programa de radio todos los días, y personalmente ha recibido títulos y otros beneficios de los nicaragüenses.

Bajo Ortega, de 70 años, la pequeña economía del país ha crecido. Y ha conseguido trabajar en estrecha colaboración con los donantes internacionales, inversores extranjeros y el sector privado, a la vez que la recogida de la ayuda financiera de Venezuela. Nicaragua, que tiene una gran fuerza de policía que vigila de cerca a sus ciudadanos, también se ha mantenido más segura que tres de sus vecinos del norte, Honduras, El Salvador y Guatemala. Las pandillas y el tráfico de drogas duras ha causado que decenas de miles de personas, de esas naciones hayan huido a los Estados Unidos en los últimos años.

La seguridad relativa del país, no hay ninguna razón para tolerar la represión y el autoritarismo. competencia política genuina y una prensa libre son curas necesarias a la corrupción y la ineficiencia que tan a menudo corre en los sistemas autoritarios. El curso de la propia historia política de Ortega debería servir como recordatorio de que el derrocamiento de un gobierno puede ser la respuesta de los ciudadanos cuando se cierran todas las otras vías para la disidencia.