“En estos momentos de crisis de libertad no hay blancos ni
colorados. Hay los que están contra el tirano y los que están con él ,
la tradición ya no habla. Ha perdido su extraordinario poder sobre
espíritus. Casi puede decirse que carece de sentido”
El apoyo de la élite de a los caudillos es también obra de las
circunstancias pues ambos grupos participan del propósito común de
anular la influencia caudillesca. Tales propósitos chocarán contra la
realidad social del país, semíbárbara , despoblada , más apta por
consiguiente a la influencia de caudillesca que al gobierno de los
doctores. Y así en el nacimiento del país queda planteado el antagonismo
político y económico entre la ciudad y el territorio , entre caudillos y
doctores, en una dinámica dialéctica que será la característica
predominante en el siglo XIX.
Dentro del escenario histórico-social, donde el medio geográfico
juega también un papel preponderante , la toma de posiciones políticas
es un fenómeno complejo. Existe, evidentemente, una interacción de
factores políticos y económicos que no pueden dejar de reconocerse. Por
un lado el sentimiento de autonomía y por otro la incertidumbre sobre el
futuro de la Provincia con un territorio “semibarbaro”, donde la
población gaucha, errante e indómita, no se se sujeta a la
“civilización” de la ciudad, cultivando a la vez un sentimiento
irrestricto de patria como una manifestación instintiva proveniente de
la libertad de sus costumbres
Dentro de éste ámbito geográfico , tan disputado y por ello tan
conflictivo, fueron delineándose las dos corrientes políticas
personalistas que, como el naciente país, no podrán desvincularse por
muchos años de los factores externos involucrados en ese período
histórico.
Como todas las élites criollas de Hispanoamérica , nuestros
constituyentes son víctimas de una ficción constitucional. Todos ellos
creen que la Constitución política del estado debe convertirse en un
dogma , y como tal aceptado sin discusión por todos los habitantes del
país , no teniendo en cuenta la realidad social para legislar de acuerdo
a ella y “el librito” , como la llama Rivera, carecerá de vigencia
hasta las postrimerías del siglo , cuando aplicaba y llevadas hasta sus
últimas consecuencias algunas de sus disposiciones genera el
“presidencialismo” , que se constituye en otro motivo de inestabilidad
política.
Así como los monarcas locales cuestionan el dominio político y
espiritual de la iglesia, la nueva clase de los grandes comerciantes que
se había desarrollado con la extensión de las comunicaciones , al
superarse la economía agrícola y localista de la Edad Media, cuestionaba
a la vez a esas monarquías absolutas. Consecuencia de éstos es el
movimiento de la Reforma en la iglesia, con el surgimiento del
protestantismo, verdadera conmoción religiosa, política y bélica en los
pueblos europeos , que pone en tela de juicio no sólo el poder del
papado sino también “ el derecho divino de los reyes”. Y es así como se
van originando nuevas doctrinas filosóficas y políticas afirmativas de
un nuevo concepto individualista de los derechos del hombre, fundados
sobre la propiedad y la iniciativa privada, cuyos ingredientes son el
anticlericalismo, la democracia propietarista, el nacionalismo, y el
individualismo.
Ninguna sociedad puede conservar la paz interior sin un centro de
autoridad que reuniendo alrededor de sí la opinión pública del país, el
mismo interés común , la haga obedecer y respetar. Por una fatalidad,
que ha hecho la desgracia de los pueblos americanos , el espíritu del
partido , la ambición, la codicia, la venganza, las pasiones todas se
han reunido para desconocer ese centro común (….) Sin embargo , ésta
obsesión de impedir la inestabilidad política dando al presidente tantas
prerrogativas, lo iba a convertir en otro factor de las convulsiones
internas.
Los movimientos armados son presididos de una virulenta campaña
periodística practicada por ambos bandos en la que se detractan
mutuamente , ahondándose así los resentimientos personales.
El tratado de Paz de 1851 enfoca con gran comprensión y altura de
miras la finalización de la lucha, estableciendo que “ se reconoce entre
todos los ciudadanos orientales de las distintas opiniones en que ha
estado dividida la República iguales derechos, iguales servicios y
méritos y opción a los empleados públicos , en conformidad a la
Constitución y se declara que entre las diferentes opiniones en que han
estado divididos los orientales no habrá vencidos ni vencedores , pues
todos deben reunirse bajo el estandarte nacional para bien de la patria y
para defender sus leyes e independencia. Esta declaración es recibida
con júbilo por la población de ambos bandos que entran inmediatamente a
confraternizar , incluso el general Oribe a quien se lo ve paseando por
Montevideo.
“Rompo pública y solemnemente esta divisa colorada(...) ¿Qué es lo
que divide hoy a un blanco de un colorado?, lo pregunto al más
apasionado y el más apasionado no podrá mostrarme una sola idea social,
una sóla idea moral, un sólo pensamiento de gobierna con esa división.
Sugería, además ,la búsqueda del apoyo brasileño para estabilizar la
situación política.
“Tantas eran las vinculaciones creadas entre los militares
uruguayos y los estadistas argentinos que la prensa porteña no ocultaba
el anhelo existente de la reincorporación de la Provincia Oriental a las
Provincias Unidas del Río de la Plata” ; y del lado brasileño, era
igualmente abierto el concurso militar.
Y así vemos otra vez a los dos países limítrofes no queriéndose dar
ventajas en lo que al Estado Oriental se refiere. Ambos países, por
encima de sus coincidencias en lo referente a la política hacia el
Paraguay, se cuidaban mutuamente de que ninguno pudiera conseguir
ventajas en nuestro país y ese equilibrio era la garantía de la
independencia uruguaya , conjuntamente con los deseos de las potencias
europeas de mantener libre la navegación del Río de la Plata,a lo que no
era ajena también la política estadounidense.
En este marco político tan antagónico y propicio a la violencia, por
hacerse acusaciones de ser burlada sistemáticamente la pureza del
sufragio , estalla la revolución blanca dirigida por Don Bernardo Berro,
en febrero de 1868, la que es derrotada. Berro es capturado y el
general Flores es asesinado por un grupo de hombre encapuchados,
culpándose del atentado a los blancos, en el primer momento, aunque
posteriormente la familia Flores acusa a los conservadores y al caudillo
colorado Gregorio Suárez del atentado. En el paroxismo de la exaltación
del momento, un adicto del general Flores asesina poco después a Don
Bernardo P.Berro, y así, otra vez , la lucha política se tiñe con
sangre.
Simultáneamente en el sector blanco se producía la misma división
que mostraba no solo diferencias de tipo político sino también social.
Esta masa “candomebera” , el pueblo tradicionalista , inculto, con
sentimientos primitivos y violentos que chocan con la parte culta y
europeizante de la ciudad. Los sectores “ candomberos” llaman a la clase
alta y educada “la familia” , a la que acusan de constituir un grupo
oligarquico. Esta realidad social va decidir a Jose Pedro Varela a
adoptar una grave decisión personal, rompiendo con la clase
aristocrizante , para entrega r su vida a la expansión de la educación
popular.
La creación de ese gran partido nacional fracasa porque la
conformación socio-económica de la sociedad uruguaya, y su bajo nivel
cultural, determinan la preeminencia del caudillo y por lo tanto la
influencia del poder central termina un poco más allá de los limites
montevideanos .A esta debilidad del Poder Ejecutivo contribuye también
la actitud del la élite doctoral, el “patriciado”, que actúa como grupo
cerrado , aristocrizante y despreciativo de los sectores pobres de la
población, que encuentran los caudillos y sus secuaces a sus portavoces
naturales.
Este enfrentamiento socio-político de la élite con los “candomberos”
no estrictamente un enfrentamiento clasicista en el sentido moderno de
la palabra , ya que los caudillos constituyen un estrato social superior
al resto del pueblo. Más bien es una especie de patriarcado dentro de
esas relaciones sociales engendradas por la realidad social social
precapitalista de ese entonces. El caudillaje y el pueblo bajo quieren
que el país continúe como había sido hasta ese momento,sin alambrados,
marcas de ganado, ni reglamentaciones, es decir, de costumbres libres.
Sus valoraciones culturales están circunsriptas al tradicionalismo de
las costumbres y su horizonte político son las divisas tradicionales que
simbolizan sus amores y sus odios, la élite, por su desarrollo cultural
, rechaza este tradicionalismo que en su concepto es retrógrado y
concibe el desarrollo sobre la base de la inmigración europea , con el
aporte de sus conocimientos y técnicas , para cambiar la fisonomía
primitiva del país. Esta posición hubiera sido ideal si, por el otro
lado,no hubieran dado la espalda ala realidad social de la naciente
nación.
El régimen de Latorre , en su relación con los partidos políticos y
otros aspectos de la vida del país , será tratado en el capítulo
siguiente. Por ahora,vamos a enfocar su naturaleza política y económica
que puede enmarcarse dentro de la tipología de las “dictaduras
unificadoras”, que se dieron por entonces en América Latina, y cuyo
significado fué el fortalecimiento del poder central y la inserción del
las economías nacionales en la economía capitalista mundial.
La entronización de Latorre en el poder fué posible fundamentalmente
por la alianza tacita de la nueva burguesía con el ejercito profesional
, pero éste no es el único aspecto a subrayar de aquel momento
histórico , sino también la evolución que habían venido operándose en
los campos de la cultura , la ciencia y la sociología , cuyo primer
exponente fue Jose Pedro Varela.
Entrando en materia, esta nueva burguesía , con un altísimo
porcentaje de inmigrantes , viendo que el principismo era incapaz de
imponer el “orden” en el país , y acuciada por la crisis
económico-financiera del llamado “Año Terrible”, abandona al núcleo
político doctoral e incita al ejercito,en cuyas manos está el poder real
,a la toma del poder político. El resultado de esta alianza política es
la institunalización , mediante leyes y decretos , de esas nuevas
estructuras sociales que habían venido dando una distinta fisonomía a la
sociedad uruguaya.
Ante esta situación tan primitiva del interior del país , Varela
llega a la conclusión de que el caudillaje es la única forma de gobierno
posible, por ser el que mejor se adapta al estado social de la campaña.
Por consiguiente, las causas de las crisis políticas y de los
levantamientos armados , a los que califica como “ una plaga para el
país “ , se deben a la ignorancia del pueblo , y a las instituciones
políticas creadas por la Constitución de 1830, totalmente en desacuerdo
con la realidad social del país.
Su análisis sociológico alcanza a lo que él llama “ las clases
altas” , con costumbres y placeres imitativos de los países más
adelantados y ricos , que la lleva a disfrutar de un nivel de vida
desproporcionado con las posibilidades reales del país. Acusa a estas “
clases altas”, además , de dedicar a sus hijos a la explotación de la
ganadería primitiva, en lugar de prepararlos para la industria , el
comercio y la agricultura. Pero, su enfrentamiento más duro es contra lo
que él llama “ espíritu universitario” , al que acusa de ser poco
práctico y de divorciar la teoría de la práctica para beneficiarse de “
privilegios abusivos “ , por su “ espíritu de casta”. En esta tesitura ,
José Pedro Varela entiende que las crisis políticas son una
consecuencia de un acuerdo tácito entre los universitarios y los
caudillos que , enfrentándose aparentemente,en el fondo están de acuerdo
en mantener esa situación socio-económico sin cambio alguno , para no
poner en peligro sus privilegios.
Desde luego, sin pretender ser único, soy uno de aquellos hombres
que saben meditar en nuestro país y que hace muchos años están
grandemente desencantados de los partidos ,por más que consideraciones
de decoro obliguen a permanecer en ellos , mucho más si se encuentran en
la mala fortuna. He venido teniendo una participación de cierta
preeminencia en los acontecimientos políticos del país de muchos años a
esta pare, mi intervención se ha señalado siempre por el deseo
manifiesto, llevado a la práctica a costa de muy penosos sacrificios ,
de hacer que partidos sin razón de ser a los cuales no distancia
ninguna idea fundamental , ninguno de aquellos atavismos de raza que
suelen ser en los pueblos en los que hay mezclados , causa permanente ,
aunque oculta y poco declarada de las divisiones políticas , lleguen
gradualmente a la desaparición de esas divisiones artificiales(...)
La revolución de los pueblos libres por Humberto Maiztegui