domingo, 13 de agosto de 2017

Libre comercio y época colonial - Alain Rouquié



Libre comercio y época colonial:

´´La especialidad del Argentino nativo es la cría de ganado mientras que el comercio y la industria están exclusivamente en manos de extranjeros´´

La ´´ libertad de comercio´´, que fue el principal objetivo de la Revolución de Mayo , si bien contribuyó eficazmente a arruinar la economía de las provincias interiores, incapaces de resistir la competencia de los productos manufacturados europeos, no enriqueció a la Argentina. En Buenos Aires, puerto por excelencia, un pequeño grupo de importadores y de intermediarios del comercio británico accedió a una modesta prosperidad. El grueso de la nación , presa de los choques de las fuerzas centrifugas y de las luchas intestinas entre los ´´federales´´, defensores de las libertades provinciales y de las economías tradicionales , y los ´´unitarios´´ , liberales centralistas, inclinados hacia Europa, recién salía de su sopor colonial. Es verdad que el país estaba todavía semi-desierto: a la ausencia de mano de obra y a la exiguidad del mercado interno se agregaban las dificultades en las comunicaciones. La baja densidad del tejido social acrecentaba la inseguridad permanente que producían las frecuentes incursiones de los indos en las zonas de reciente implantación europea. Además , en la primera mitad del siglo XIX, la producción nacional limitada a los cueros y a la carne de los saladeros presentaba un interés todavía escaso para el mercado mundial. Estas diversas desventajas explican la organización tardía de la economía argentina moderna.
Sólo cuando se hayan dado las pre-condiciones económicas y políticas el grupo de dirigente podrá poner práctica el proyecto de modernización y transformación integral del país , elaborado por ´´pensadores´´ de la organización nacional como Alberdi y Sarmiento. Los maestros de la ´´utopía argentina´´ pretendieron insertar a su país en el concierto de naciones civilizadas ´´trayendo Europa a América, inspirados por el éxito fascinante de los Estados Unidos de Norteamérica que en menos de un siglo gracias al flujo de hombres y de capitales , edificaron una poderosa nación agrícola industrial. Ese proyecto fue posible cuando, como consecuencia del progreso técnico y de la baja de los costos de los transportes marítimos y terrestres, la economía mundial se reorganizó bajo la égida de Gran Bretaña, primer Estado industrial, sobre la base de una división internacional de trabajo que tuvo en cuenta las ´´ventajas económicas comparativas´´.Por otra parte, el apaciguamiento de los antagonismos entre los grupos dirigentes de las diferentes provincias , la desaparición progresiva de las luchas civiles y de las tentaciones separatistas, así como la ´´solución definitiva  ´´ dada al problema indio por un vigorosa y despiadada campaña militar , permitieron liberar los recursos políticos  y territoriales de la gran mutación. En adelante la Argentina podía asegurar los beneficios de la libertad... para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo Argentino, según la formula generosa inscripta en la el preámbulo de la Constitución liberal promulgada en 1853. El carácter aparentemente voluntario de ese proceso es un aspecto de la organización económica argentina y de su proyección social que no debe desdeñarse, aunque en realidad haya sido inducido desde el el exterior y organizado en interés de un centro de poder europeo. Los dividendos políticos que recibió la élite ilustrada , que ´´concibió´´ y guió esa metamorfosis nacional , no deberían ser subestimados.
La unificación de un mercado mundial en el cual se integraría la Argentina y la unidad de la sociedad política nacional se efectuaron a través de movimientos convergentes entre 1860 y 1880. La industrialización de los países europeos y su creciente especialización en la industria manufacturera abrieron , gracias a la mejora de los transportes , los mercados europeo a a la producción de productos alimenticios de los países templados de ultramar.
Las inversiones de las metrópolis del viejo mundo en las actividades destinadas a producir para los países industrializados y a facilitar la comercialización de esa producción apresuraron la modernización de las naciones ´´periféricas´´. El movimiento internacional de capitales tomó , a partir de 1875 , una importancia desconocida hasta entonces. La expansión del comercio mundial adoptó un ritmo acelerado y continuo desde 1860, por el impulso de la potencia hegemónica, verdadero ´´talller de mundo´´.
Mientras los primeros kilómetros de vías férreas se pusieron en servicio en la Argentina , entre 1857 y    , marcó , con el retorno de Buenos Aires al seno de la confederación , el fin de la secesión de la provincia rica, consiguiente a la promulgación de la Constitución de  1853 y a la culminación de la unidad nacional. En lo sucesivo, la provincia dominante impondría sus decisiones a las demás  y pondría término así a la dispersión geográfica del poder. La inmigración, que estaba incluida en la constitución y era deseada por los gobiernos , fue oficialmente fomentada y organizada por una ley a partir de 1876 , durante la presidencia de Nicolas de Avellaneda. Por fin , en 1880 el país definitivamente pacificado y unificado pudo ingresar en la era del crecimiento económico y del universo de curvas ascendentes. En efecto , , la ´´ federalización´´ de Buenos Aires impídio desde entonces los enfrentamientos entre las autoridades nacionales y las de la provincia más poderosa.
La coincidencia de condiciones internacionales favorables y de la voluntad del grupo dirigente de sacar partido de las posibilidades apenas explotadas del país no tardó en dar sus frutos.
Si bien los historiadores Argentinos se remontan a 1880 para ubicar los comienzos de la Argentina moderna, es desde 1889, con motivo de la exposición Universal de París , que el mundo entero descubrió las realizaciones espectaculares  de la Gran República Argentina.