miércoles, 16 de diciembre de 2015

La Fe como un rasgo de carácter By Erich Fromm



´´Creer consiste en aceptar las afirmaciones del alma; la incredulidad en negarlas´´ 
Emerson


La FE no es uno de los conceptos que se adaptan al clima intelectual que impera en el mundo actual.
La FE se asocia comúnmente con Dios y con las doctrinas religiosas, en contraposición al pensamiento racional y científico. Se considera que este último se refiere al campo de los hechos, distinto de un reino que trasciende a los hechos y en el cual no hay lugar para el pensamiento científico y donde rige únicamente la fe. Para muchos individuos, esta división resulta insostenible. Si la fe no puede ser reconciliada con el pensamiento racional, debe ser eliminada como un remanente anacrónico de pasados períodos de cultura  debe ser reemplazada por la ciencia, que se ocupa de hechos y teorías que son inteligibles y pueden ser valorizados.
La actitud moderna hacia la fe fué alcanzada después de después de una prolongada lucha contra la autoridad de la Iglesia y las pretensiones de ésta por controlar toda clase de pensamiento. El escepticismo con respecto a la fe está vinculado al avance mismo de la razón. Este aspecto constructivo del escepticismo moderno tiene , sin embargo, un aspecto inverso que no ha sido suficientemente considerado.
El conocimiento de la estructura caracterológica del hombre moderno y de la escena social contemporánea conducen a la convicción de que la carencia de fe,  tan generalizada , no posee ya el aspecto progresista que tuvo en pasadas generaciones. En aquel entonces la lucha contra la fe fue una lucha por la emancipación del espíritu; fué una lucha contra la creencia irracional; la expresión de la fe en la razón del hombre y en su capacidad para establecer un orden social regido por los principios de la libertad , de la igualdad y de la hermandad entre los hombres. La carencia de fe constituye hoy día,la expresión de un estado de profunda confusión y desesperación. El escepticismo y el racionalismo fueron en otro tiempo las fuerzas progresistas que impulsaron el desarrollo del pensamiento, en tanto que ahora son racionalizaciones del relativismo y la incertidumbre. La creencia de que la acumulación de un número constantemente creciente de hechos tendría inevitablemente por resultado el conocimiento de la verdad, ha llegado a ser una superstición. La verdad misma es considerada-en ciertos círculos- como un concepto metafísico y la ciencia se considera restringida a acumular datos.
Tras la fachada de una supuesta certidumbre racional existe una profunda incertidumbre que predispone a los individuos a aceptar o transigir con cualquier filosofía que les sea inculcada.
¿Puede el hombre vivir sin fe? ¿Es que ,acaso, la criatura no debe tener ´´fe en el pecho de su madre´´? ¿Es que, acaso,  no debemos tener fe en nuestros semejantes, en aquellos que amamos y en nosotros mismos? ¿ Podemos vivir sin fe en la validez de ciertas normas de nuestra vida? En verdad,sin fe el hombre se vuelve estéril, desesperado y medroso hasta lo más profundo de su ser.
¿Fue entonces en vano la lucha contra la fe e ineficaces los frutos de la razón? ¿Debemos volver a la religión o resignarnos a vivir sin fe? ¿Es la fe necesariamente mera condición para creer en Dios y en doctrinas religiosas? ¿Está tan íntimamente enlazada con la religión como para tener que compartir su destino? ¿ Está la fe necesariamente separada de , o en contraste con, el pensamiento racional? Intentaré demostrar que estas preguntas pueden ser contestadas si consideramos a la fe como una actitud básica de la persona, un rasgo del carácter que matiza todas las experiencias del individuo, que capacita al hombre para enfrentarse con la realidad sin ilusiones y, no obstante, para vivir con fe.
Es difícil pensar en la fe concibiéndola primariamente no como la fe en algo, sino como una actitud interior cuyo objeto específico es de importancia secundaria.
Por ello , será de utilidad recordar que término ´´fe´´, tal como es empleado en el Antiguo Testamento ´Emunha´´, significa ´´firmeza´´ e implica, por consiguiente, cierta cualidad de la experiencia humana, más bien un rasgo de carácter que el contenido de una creencia en algo.        

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