* Los primeros presidentes de la democracia
Lo constitucional no es - literalmente, al menos- un mero adjetivo. Alcanza la jerarquía de una definición. De aquella que nos permite conceptualizar el mejor sistema de gobierno y de convivencia : la democracia. Porque una constitución - escrita o transmitida por la oralidad y lo consuetudinario, como en Inglaterra- es su sólida fundamentación.
Por eso los presidentes constitucionales no son sólo los legitimados por las instituciones y por la sagrada e inapelable voluntad de los ciudadanos, sino , también , aquellos que marcan que los auténticos hacedores de la historia son los pueblos. Su cronología conforma, de alguna manera, la de la nación misma.
Los argentinos, a partir del crecimiento y consolidación de esta etapa democrática- ya la más extensa, posterior a la Ley Saénz Peña, de este siglo que fenece- hemos reflexionado sobre nuestra propia historia.Estamos aprendiendo a desechar ´´ maniqueismos´´ y formas selectiva de la memoria comunitaria.Sabemos hoy que ´´todo es historia´´, que la hay buena y mala, y que debemos ejercer el sabio criterio de rescatar la primera para lo que se va construir y aprender de la segunda sobre lo que no debe repetirse ´´ nunca más´´.
Fernando Sabsay- escritor avezado, investigador obsesivo, docente capacitado, y jurista reconocido- no es un simple cronista de hechos, fechas y circunstancias, sino un analista profundo y puntual que desentraña las esencialidades de los fenómenos históricos, sociales y políticos, pese a las formas que a veces tienden a ocultarlas. A ello suma una acentuada habilidad para la síntesis , que le permite repasar, en no muchas pero densas páginas , períodos seculares de nuestra ´´ historia presidencial´´.
La Biblioteca Nacional, siento- y perdón por esta mención personal, que o podía dejar de hacer- una doble satisfacción , la que se agiganta por presentar a un amigo entrañable junto a un diario amigo y entrañable. Ojalá podamos comenzar a pensar en los ´´ Libros de principio milenio´´ para los tiempos venideros.
Dr. Oscar Sbarra Mitre Director de la Biblioteca Nacional
PRESENTACIÖN
La historia argentina está llena de paradojas. Por eso, a muchos argentinos les es difícil comprenderla y prefieren ignorarla , o tomar de ella sólo lo que les interesa, sea por inclinaciones personales o políticas o , simplemente, por la nostalgia de los buenos tiempos que les han sido contados por padres o abuelos, o han tenido la fortuna de vivir. Es también una historia en la que la imaginación de la gente, ayudada por algunos historiadores, se abre paso ente la realidad de los hechos forzándolos a acomodarse a verdades simples, que pueden enarbolarse como banderas y justificar posiciones y sentimientos.
En todo caso, la gente, se pregunta por qué el país al que Rubén Darío le dedicó uno de sus mejores poemas , que en los años ´20 había sido señalado por algunos observadores de la época como uno de los de mayor nivel de vida en el mundo y al que vinieron esperanzados millones de inmigrantes, padece desde hace décadas crisis interminables y no puede despegar del segundo pelotón de naciones en desarrollo. Es posible que se haya exagerado el pasado, encandilados muchos por un modelo agroexportador limitado e irrepetible que la Argentina no supo superar para equipararse a las sociedades industrializadas modernas. Pero es cierto , asimismo, que muchas cosas fracasaron ( clases dirigentes, instituciones políticas económicas) y que hoy sufrimos los resultados de esos fracasos , que han impedido consolidar una sociedad más próspera e igualitaria.
Otra pregunta que suelen hacerse los argentinos es la razón por la cual un país que ha dado tantos intelectuales, escritores, hombres de ciencia y artistas prestigiosos y creativos, que tiene ( o ha tenido) universidades y escuelas entre las primeras del mundo , que ha creado expresiones culturales singulares y universales como el tango,sufrió también durante largos períodos los embates de la violencia y la intolerancia política. Ninguna otra nación de América Latina padeció, como la Argentina, más de 60 años de guerras civiles, desde la época de la independencia hasta 1880. Ninguna otra tampoco tuvo cerca de treinta mil desaparecidos, víctimas de una dictadura casi tan inútil como cruel.
Pero no fue sólo la violencia sino el nivel y la acritud de las antinomias políticas lo que caracterizó la historia argentina: Unitarios vs Federales, Radicales vs Conservadores, Peronistas vs Antiperonistas, no resultaron simples alternativas a las que podía adscribir la ciudadanía, sino banderas de lucha tras las cuales era posible pasar por alto cualquier legalidad o legitimidad. La opción de Sarmiento, ´´ civilización o barbarie´´ , se encarnó en un término unificador, ´´ civilización y barbarie´´, que nos acompañó en largos trechos de nuestra historia, como las dos caras del dios Jano , y que sólo en los años recientes de democracia pudo superarse.
Una cuestión crucial, que atraviesa la historia del país y que felizmente hemos superado también las últimas décadas, es el de la interrupción de los procesos democráticos a través de las intervenciones militares. Sin embargo, los golpes de Estado no fueron los únicos que atacaron los fundamentos del sistema democrático, sino también los gobiernos fraudulentos, las prescripciones políticas, la utilización del aparato de Estado, aún en gobiernos constitucionales, para mantener o afirmar el poder a costa de los adversarios políticos. Si lo miramos de esa manera, hubo pocos gobiernos legítimamente elegidos en los períodos constitucionales ( el primer radicalismo, el primer y segundo peronismo, de Alfonsín al recientemente electo Fernando de la Rua); los otros tuvieron vicios de diferente tipo aunque guardaran las apariencias democráticas.
Tampoco la corrupción es una novedad en la sociedad argentina. La hubo desde el primer ensayo de endeudamiento externo, el empréstito Baring, de 1824, cuyos fondos no fueron destinados a sus propósitos iniciales y se volatilizaron en pocas manos, aunque terminaron de pagarse puntualmente casi un siglo después. La década del ´30 fue, en este sentido, un modelo de lo que vendría más tarde: el negociado de las carnes , denunciado en el Congreso por Lisandro de la Torre y que produjo el asesinato de su correligionario, el senador Bordabhere; la renovación de las concesiones de las compañías de electricidad en la que estuvieron involucrados diputados de varios partidos políticos; el escándalo de la compra de las tierras del El palomar para el colegio Militar, que implicó a oficiales del ejercito. La honestidad y probidad de ciertos hombres políticos algunos de los cuales, como Alem o de la Torre, terminaron desgraciadamente en el suicidio o , como Illia , en actos de de renunciamiento económico o de honores, no es sino una contracara no lo suficientemente vigorosa como desearíamos.
No es casual que un tango emblemático de los argentinos siga siendo Cambalache de Discépolo, aunque su anterior ! Que va cha ché! simboliza mejor el mercantilismo de una sociedad que hoy día reconocemos: ´´ el verdadero amor se ahogó en la sopa, la panza es reina y el dinero dios´´.
Por último, algo que también deja perplejos a muchos argentinos de la ubicación del país en el mundo. Hasta la primera mitad del siglo, el orgullo de las clases dirigentes estuvo simbolizada en la famosa frase del vicepresidente Julio A. Roca (h) , cuando señalaba en 1933 que la Argentina podía ser considerada ´´ por su interdependencia recíproca, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Reino Unido´´. El país pareció por muchos años más cerca de Europa que de Latinoamérica; los capitales, la mano de obra, las costumbres, las modas, venían todos del viejo mundo.
Igualmente, amenazaba erigirse, apoyado en el respaldo de sus vínculos europeos, un rival potencial de Estados Unidos en el continente : el origen de la mayor de las controversias y desavenencias con los vecinos de Norte se halla en esa época, tanto por motivos económicos ( el proteccionismo que afectaba los productos argentinos), como políticos ( las pretensiones hegemónicas de washington que se expresaban en un activo intervencionismo en defensa de sus intereses estratégicos y comerciales). Las corrientes nacionalistas que surgen en los años ´30 y se prolongan con el peronismo continúan una tradición de enfrentamientos con los Estados Unidos, aunque con un signo distinto y sin el respaldo del poder británico. Lo que hoy se anuncia como una novedad, el acoplamiento a la político norteamericana en el mundo, simbolizada en lo que se dio en llamar ´´ relaciones carnales´´, parece más bien una vuelta al pasado, cuando los sectores dirigentes argentinos querían mantener a toda costa las ´´ relaciones privilegiadas´´ con Gran Bretaña. La diferencia es que ahora al país inició, al mismo tiempo, un camino de integración con otros países latinoamericanos a través del Mercosur, en el que si se perfila un rumbo distinto de la política exterior argentina.
El libro de Fernando Sabsay que presentamos , trata de responder a su modo, con la mirada de u intelectual comprometido con su tiempo y en una forma objetiva y amena, a estos interrogantes. Por él pasan los primeros gobiernos constitucionales hasta la interrupción militar de la segunda presidencia de Yrigoyen , que desencadenaría la negra costumbre del golpismo. Abarca todos los aspectos de la vida pública: los políticos , los económicos, las relaciones internacionales, acompañados siempre de una breve biografía de los hombres políticos que condujeron el país. También se agrega una interesante descripción de los principales acontecimientos que marcaron cada época y gobierno. Sabsay deja trasuntar , tratando en todo momento de mantener su imparcialidad, una pasión por el país que no es casual, pues responde a una vasta trayectoria académica y política, que lo ha ubicado en el ámbito de aquellos que piensan que existe un pensamiento nacional más allá de convicciones o pertenencias políticas.
El Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires , de la cual Sabsay es Profesor Consulto, presenta este libro que contribuirá, sin duda, a que todos aquellos que disfruten con su lectura tengan una visión renovada de la historia argentina , ayudándoles a despejar las cuestiones iniciales y , superando escepticismo o indiferencias, a participar más plenamente en la vida cívica del país.
Dr. Mario Rapoport
Director del Instituto de Investigaciones de Historia Económica y Social.
Facultad de ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires.
DOS PALABRAS
En el año electoral en que vivimos el 24 octubre de 1999, se eligieron, por otros 4 años, presidente y vicepresidente de la nación, después de un período de 16 años de Estado de Derecho.
Por ello he creído de interés recordar a los primeros presidentes constitucionales argentinos del período histórico comprendido, entre la constitución de los poderes nacionales tras la crisis de Pavón , en 1862, y el golpe militar de 1930.
El período que se inaugura después de Pavón representa la imposición del presidencialismo, como sistema institucional. El poder Ejecutivo Nacional se afianza progresivamente imponiéndose a los otros poderes nacionales o provinciales , de manera absoluta, y ejercido desde la ciudad de Buenos Aires donde el federalismo, proclamado por la Constitución de 1853 como uno de los tres pilares de la estructura gubernamental de nuestro país ( artículo primero, de la Ley Fundamental), desaparece tanto en lo institucional como en lo económico cultural.
El objeto de estas páginas es far semblanza de cada uno de los presidentes reseñando su origen, su gestión , eludiendo en lo posible lo anecdótico, procurando ser lo más imparcial en el juicio que merezcan los actos realizados y agrega , al final de cada entrega, sin interrumpir la exposición, algunos hechos que constituyeron lo notable en cada periodo.
La bibliografía utilizada se encuentra en otro libre de mí autoría, publicado por Ediciones Ciudad Argentina : Ideas y Caudillo ( capitulo IX), y la cronología de gobernantes en la historia de nuestro suelo desde el descubrimiento de has nuestros días.
En estas apenas ligera semblanza mi deseo es que los lectores tenga la buena disposición para cubrir los vacíos incurridos al texto.
Dr. Fernando Sabsay
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