jueves, 12 de noviembre de 2015

Fin del Dogma, Abre el diálogo By Erich Fromm

Erich Seligmann Fromm (23 de marzo de 1900 en Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania-18 de marzo de 1980 en Muralto, Cantón del Tesino, Suiza) fue un destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán.


*La naturaleza humana y él carácter - Enrich Fromm

El hombre puede reaccionar a la contradicciones históricas anulándolas por medio de su acción , pero no puede anular las dicotomías existenciales, aunque sí puede reaccionar a ellas de diferentes maneras. Puede apaciguar su mente por medio de ideologías armonizantes y suavizadoras. Puede tratar de escapar de su inquietud interior por medio de una actividad incesante en los placeres o en los negocios.Puede tratar de abolir su libertad y transformarse en instrumento de poderes externos,sumergiendo su propio ser en ellos. Pero permanece insatisfecho , ansioso e inquieto. Existe solamente una solución a su problema : enfrentarse con la verdad, admitir su soledad fundamental en medio de un universo indiferente a su destino, reconocer que no existe ningún poder que lo trascienda que sea capaz de resolver su problema .El hombre debe aceptar la responsabilidad para consigo mismo y también el hecho de que solamente usando sus propios poderes puede dar significado a su vida. Pero tener significado no ímplica certeza; en verdad, la exigencia de certeza obstaculiza la búsqueda del significado de la vida.La incertidumbre es la condición mísma que ei impulsa al hombre a desplegar sus poderes.
Si se enfrenta con la verdad, sin pánico reconocerá que no existe otro significado de la vida, excepto el que el hombre dé a su vida, por desplegamiento de sus fuerzas, viviendo productivamente ; y sólo una constante vigilancia , actividad y esfuerzo pueden evitar que fracasemos en la única tarea importante : el pleno desarrollo de nuestros poderes dentro de las limitaciones impuestas por las leyes de nuestra existencia. El hombre no cesará jamás de asombrarse, de quedar perplejo y plantearse nuevos problemas.Solamente reconociendo la situación humana , las dicotomías inherentes a su existencia y su capacidad por desplegar sus poderes, será capaz de tener éxito en su tarea: ser él mismo y para sí mismo y alcanzar la felicidad por medio de la realización plena de aquellas facultades que son peculiarmente suyas, la razón, el amor y el trabajo productivo.

Después de haber considerado las dicotomías existenciales inherentes a la existencia humana, podemos retornar a la aseveración que emitimos al comenzar este capítulo: que el análisis de la situación humana debe preceder al de la personalidad.El significado más preciso de esta aseveración que emitimos al comenzar este capítulo : que el análisis de la situación humana debe preceder al de la personalidad.El significado más preciso de esta aseveración puede hacerse evidente , estableciendo que la Psicología debe basarse en un concepto antropológico-filosófico de la existencia humana.
El rasgo más notable de la conducta humana es la tremenda intensidad de las pasiones y de los esfuerzos que despliega el hombre. Freud- más que ningún otro--- reconoció este hecho e intentó su explicación en los términos del pensamiento mecanicista y naturalista de su tiempo.Sostuvo que aquellas pasiones que no son expresiones evidentes del instinto de autoconservación y del instinto sexual ( o como posteriormente la formuló , de Eros y el instinto de la muerte) son, no obstante, únicamente manifestaciones más indirectas y complicadas de estas tendencias biológico-instintivas.Pero por brillantes que sean sus aseveraciones , no son convincentes en su negación del hecho de que gran parte de los impulsos pasionales del hombre no pueden ser explicados por la fuerza de sus instintos.Aun cuando la sed y el apetito sexual del hombre estén completamente satisfechos, ´´el´´ no está satisfecho. Sus problemas más importantes, en contraste con el animal, no quedan resueltos con eso, sino que entonces apenas comienzan. El hombre lucha por el poder, el amor o la destrucción; arriesga su vida por la religión o por ideales políticos o humanitarios, y estos esfuerzos son los que constituyen y caracterizan la peculiaridad de la vida humana. En verdad, ´´no sólo de pan vive el hombre´´.
En contraste con la explicación mecánico-naturalista de Freud, este concepto ha sido interpretado en el sentido de que el hombre posee intrínseca necesidad religiosa, la cual no puede ser explicada por su existencia natural, pero que debe explicarse por medio de algo que lo trasciende y que deriva de poderes sobrenaturales.
Sin embargo, la última conjetura es innecesaria, puesto que este fenómeno puede explicarse comprendiendo en todo caso su alcance a la situación humana.
La desarmonía de la existencia del hombre engendra necesidades que en mucho trascienden las necesidades derivadas de su origen animal. Estas necesidades originan una tendencia imperativa de restaurar un estado de equilibrio y de unidad entre el hombre y el resto de la naturaleza. Hace el intento de restaurar esa unidad y ese equilibrio, en primer lugar, con el pensamiento, construyendo un cuadro totalmente inclusivo del mundo que le sirva como marco de referencia del cual pueda derivar una respuesta al problema de ´´ dónde se encuentra ubicado´´ y ´´ qué es lo que debe hacer´´. Pero tales sistemas de pensamiento no son suficientes. Si el hombre fuere tan sólo un ente intelectual despojado de carne y hueso, alcanzaría su meta por medio de un sistema intelectual comprensivo. Pero como es un ente dotado tanto de cuerpo como de mente, tiene que reaccionar a la dicotomía de su existencia no solamente pensando, sino también en el proceso de la vida,en sus sentimientos y acciones. Tiene que luchar por la experiencia de unidad en todas las esferas de su existencia a fin de lograr un nuevo equilibrio. De aquí que todo sistema de orientación satisfactorio no se integre únicamente con elementos intelectuales , sino también con elementos sentimentales y sensoriales susceptibles de ser realizados en la acción en todos los terrenos de la actividad humana. La devoción a una meta o a un idea o a un poder que trascienda al hombre, tal como Dios, es una expresión de esta necesidad de plenitud en proceso de vivir.
Las respuestas dadas a la necesidad del hombre de una orientación y devoción, difieren ampliamente tanto en su forma como en su contenido. Hay sistemas primitivos tales como el animismo y el totemismo, en los cuales los objetos naturales o los ancestros representan respuestas a la necesidad de dar significado a su vida. Hay sistemas ateos, como el Budismo, que usualmente son llamados religiones, aunque en su forma original no postulan el concepto de Dios. También hay sistemas filosóficos, como el Estoicismo, y sistemas de religiones monoteístas que dan una respuesta a la búsqueda del hombre de un significado en referencia al concepto de Dios. Al discutir estos distintos sistemas, tropezamos con una dificultad en cuanto a la terminología. Podríamos denominar religiosos a todos estos sistemas si no fuera por el hecho de que por razones históricas la palabra ´´religioso´´ se identifica con un sistema teísta -- un sistema que tiene por centro a Dios---, y sencillamente no disponemos de un término en nuestro lenguaje para denominar aquello que es común tanto a los sistemas ateos como a los sistemas teístas, es decir,a todos los sistemas de pensamiento que tratan de dar una respuesta a la necesidad humana de encontrar significado y a su intento de dar sentido a su propia existencia. Por carecer de un término mejor,denominó a tales sistemas ´´marcos de orientación y devoción´´.


**Fin del Dogma

* El punto que,sin embargo, quiero enfatizar es que hay muchos otros esfuerzos del hombre de encontrar significado a su existencia, a los que se considera enteramente seculares no obstante tener su origen en la misma necesidad de la cual surgen los sistemas filosóficos y religiosos. Reflexionemos sobre lo que observamos en nuestro tiempo: en nuestra propia cultura vemos cómo millones de individuos se consagran a obtener prestigio y éxito. Hemos presenciado y seguimos presenciando aún cómo en otras culturas partidarios fervorosos manifiestan una devoción fanática hacia sistemas dictatoriales cuyos fines son la conquista y el dominio. Nos asombra la intensidad de esas pasiones que muchas veces es mayor aún que el instinto de autoconservación. Somos fácilmente engañados por el contenido secular de esos fines y los explicamos como consecuencias de nuestros instintos sexuales u otros instintos de carácter cuasi biológico. Pero ¿ no es acaso evidente que la intensidad y el fanatismo con que se persiguen estos fines seculares son los mismos que encontramos en las religiones; que todos estos sistemas seculares de orientación y devoción difieren en su contenido pero no en la necesidad básica a la cual tratan de dar respuesta? En nuestra cultura el cuadro es tan particularmente engañoso porque la mayoría de la gente ´´cree´´´en el monoteísmo, mientras que su verdadera devoción pertenece a sistemas que en verdad están más cerca del totemismo y el culto a los ídolos que de cualquier forma de Cristianismo.
Pero debemos ir un paso adelante. La comprensión de la naturaleza ´´religiosa´´ de estos empeños seculares culturalmente moldeados es la clave de la comprensión de las neurosis y de los esfuerzos irracionales. Debemos considerar a estos últimos como respuestas-- respuestas individuales-- a la necesidad del hombre de orientación y devoción. Una persona cuya experiencia es determinada por ´´su sujeción a la familia´´, que es incapaz de actuar independientemente, es , en efecto, un adorador de un primitivo culto ancestral y la única diferencia entre él y millones de adoradores de sus ancestros es que su sistema es privado y no culturalmente acuñado. Freud reconoció la conexión entre las religiones y las neurosis, y explicó la religión como una forma de neurosis, mientras que nosotros llegamos a la conclusión de que una neurosis puede ser explicada como una forma particular de religión que difiere principalmente por su carácter de ser individual. La conclusión a la que llegamos en relación con el problema general de la motivación humana es que mientras la necesidad de un sistema de orientación y devoción es común a todos los hombres , los contenidos particulares de los sistemas que satisfacen esa necesidad difieren ampliamente. Estas diferencias son diferencias de valor; la persona madura, productiva y razonable elegirá un sistema, el cual le permitirá ser madura, productiva y razonable. En cambio, aquella persona que haya sido obstaculizada en su desarrollo retornará a los sistemas primitivos e irracionales, los cuales , a su vez, prolongan y acrecientan su dependencia e irracionalidad.
Permanecerá a un nivel que la humanidad por medio de sus representantes más ilustres ha superado hace ya miles de años.
Dado que la necesidad de un sistema de orientación y devoción forma parte intrínseca de la existencia humana, podemos comprender la intensidad de esa necesidad.Ciertamente, no existe en el hombre otra fuente de energía más poderosa. El hombre no es libre de elegir entre tener o no tener ´´ideales´´ , pero lo es para elegir entre diferentes clases de ideales, entre consagrarse al culto del poder y de la destrucción o al de la razón y el amor. Todos los hombres son ´´idealistas´´ y luchan por algo que está más allá de la obtención de satisfacciones físicas .Difieren en cuanto a la clase de ideales en que creen. Tanto las manifestaciones más nobles como las más satánicas de la mente del hombre no son expresiones de su carne, sino de este ´´ idealismo de su espíritu. Por consiguiente, el punto de vista relativista que sostiene que el tener algún ideal o algún sentimiento religioso es valioso en sí mismo, es peligroso y erróneo. Debemos entender todos los ideales , incluyendo aquellos que aparecen en las ideologías seculares , como expresiones de la misma necesidad humana y debemos juzgarlos de acuerdo con su verdad, es decir, de acuerdo con el grado en que conducen al despliegue de los poderes del hombre y dan una respuesta real a la necesidad del hombre de lograr equilibrio y armonía en el mundo. 
Repetimos, entonces , que la comprensión de la motivación humana debe partir de la comprensión de la situación humana.



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