viernes, 17 de junio de 2016

Lazaro el Terrateniente y El Problema Agrario By Arturo Frondizi



¿De quien son las Tierras Argentinas? ¿Es posible que habitemos un país donde las Tierras son de los extranjeros? ¿ Cuantas Tierras fiscales nos quedan? ¿ Cuales son las tierras mas productivas? ¿De quienes son? ¿ Cuales son los terratenientes que más capital extranjero traen al país? ¿Y las industrias argentinas más productivas? ¿ Ambición o Producción ?



Arturo Frondizi (Paso de los Libres, 28 de octubre de 1908 - Buenos Aires, 18 de abril de 1995) fue un abogado, periodista, docente y político argentino, que fue elegido como presidente de Argentina y gobernó entre el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962, cuando fue derrocado por un golpe de Estado militar.


El problema Agrario - Arturo Frondizi


Lemas como ´´expropiación y división de los latifundios´´, ´´la tierra no debe ser un bien de renta´´ , ´´ la tierra para quien la trabaja´´, ´´división de la tierra en unidades económicas familiares´´, ´´ la propiedad de la tierra eleva la productividad y asegura estabilidad al campesino´´, y otros de ese estilo, vienen siendo agitados en la arena política argentina desde hace más de medio siglo por socialistas, comunistas, demopogresistas, radicales y honestos agraristas sin filiación partidiaria. Sus tesis, que presentan sólo diferencias de matiz podrían resumirse asi:

A) El problema agrario y, más específicamente, la tenencia de la tierra por la oligarquía terrateniente, es el elemento fundamental del problema económico argentino.

B) Es necesario expropiar las grandes explotaciones, dividirlas y entregar las fracciones en propiedad a pequeños propietarios ex arrendatarios, u obreros.

C) En tal reparto conviene favorecer las explotaciones familiares.

D) Las consecuencias de la ejecución de los puntos anteriores serán la elevación de la productividad y tecnificación de los predios, y la estabilidad de la familia campesina.

Desde el punto de vista de la crítica metodológica el análisis de esta posición es útil, precisamente, por su índole globalmente anticientifica. Como veremos, ésta resulta, en primer término, de un relevamiento incorrecto de la realidad de los hechos, viciado por el prejuicio ideológico; asimismo, de la consideración aislada de una parte - el problema agrario- fuera del contexto del todo - el subdesarrollo argentino - que contiene aquella y la condiciona; por último, de la ausencia de criterio histórico en la conceptualización del tema investigado que, de aplicarse, revelaría entre otras cosas el paralelismo, la simultaneidad y la relación causal entre la crisis de la estructura económica dependiente y la crisis del sector agrario.
El agro argentino exhibe características distintivas muy singulares dentro del ámbito latinoamericano, que se advierten ya en las primeras etapas de su evolución como sector productivo. La producción de cueros, tasajo y sebo, posteriormente lanas, más tarde carnes ovinas y luego vacunas y, finalmente, la incorporación de la agricultura de cereales y oleaginosas, fueron estadios típicamente mercantiles , en los que el objetivo económico fue, sin excepción , la producción para el mercado, internacional o interno. Nunca existió, con dimensión perceptible, la pequeña producción campesina de subsistencia precapitalista que, en cambio, es la forma de vida de extensos estratos de población en otros países latinoamericanos , como Bolivia, Perú o México. En nuestro país no existieron tampoco las formas sociales de producción que, como el inquilinato en Chile, el peonaje en México. En nuestro país no existieron tampoco las formas sociales de producción que, como el inquilinato en Chile, el peonaje en México, el pongueaje o el colonato en Bolivia, son supervivencias de relaciones semiserviles, propias del pasado feudal y heredadas de la colonia, que implican la obligación de prestaciones de trabajo personal o del pago de la renta en trabajo. Por el contrario , las relaciones de trabajo fueron relaciones tipicamente capitalistas en las que el obrero rural es libre para contratar su fuerza de trabajo, percibe por esto un salario pagado por un empresario capitalista, y no se encuentra sujeto o atado al predio en que trabaja por nexos tradicionales de status, sino vinculado por aquella relación contractual rescindible.
Por último, en el Rio de la Plata la oferta y demanda de tierras en venta o alquiler se ejerció libremente , sin impedimentos de tipo precapitalista y, en el caso de arriendo, mediante  el pago de no de una renta en trabajo sino de una renta capitalista , o arrendamiento , en dinero o en especie.
Nuestro sector agrario, integrado por empresas capitalistas, extensivo y considerablemente tecnificado, experimenta desde fines de siglo pasado alternativas de producción que nada tiene que ver con el régimen de tenencia de la tierra y sí, en cambio, con lo que ocurre en el conjunto de nuestro sistema económico. El campo argentino fue próspero y expansivo mientras nuestra ubicación en el esquema de división internacional del trabajo aseguró ingresos ingresos de exportación suficientes para sostener el resto de la actividad económica. Cuando aquel sistema entra en crisis, como luego veremos en más detalle, el conjunto de la economía comienza a distanciarse rápidamente de los niveles a que va accediendo el mundo industrializado, y lo propio ocurre con el sector agrario.
En un agro organizado según formas de producción capitalista, como el que aquí se examina, hay más tecnificación y productividad cuando aumenta la inversión, y esta crece cuando los márgenes de ganancia empresaria son sostenidamente convenientes. Esto tiene una validez universal cualquiera sea el tamaño de las explotaciones y las forma de tenencia; es el nivel del beneficio el que tendencialmente determina la actitud inversora del gran hacendado como del pequeño chacarero arrendatario. Tanto el análisis micro económico a nivel de empresas individuales - como el macro económico - a nivel de empresas individuales - como el macroeconómico - que considera globalmente al sector - coinciden en demostrar que esa tasa de ganancia ha sido históricamente insuficiente, nula o, incluso , negativa, lo que explica la congelación del crecimiento  y la recurrencia de períodos de notoria desinversión. En tal contexto, obtener la tierra en propiedad, cualquiera sea el tamaño del predio, tiene el único y evidente significado económico de una especulación inmobiliaria, además de representar, en especial para el pequeño productor, una suerte de seguro frente a los resultados frecuentemente perdidosos de su actividad empresaria.
La auténtica estabilidad del productor es un objetivo que depende de que éste desenvuelva su actividad en condiciones que lo promuevan socialmente, es decir, en las que logre elevar su nivel de ingreso y en las que el medio en que vive se transforme para que él y su familia puedan ser partícipes del ascenso social en materia de cultura, esparcimiento , información y confort. Por otro parte, el objetivo social no puede ser impedir el éxodo rural, inevitablemente asociado al progreso y a la consiguiente mayor demanda de mano de obra para los servicios y las fábricas, sino lograr que tenga lugar de modo que :

A) La ciudad devuelva al campo en forma de respaldo industrial y tecnológico lo necesario para aumentar la productividad por hectárea y por hombre ocupado , a fin de incrementar la oferta global del sector  ( la Argentina es uno de los poco países donde un intento éxodo rural no se vio correspondido por un aumento de producción agropecuaria)

B) Los centros urbanos estén en condiciones de recibir a los nuevos contingentes  laborales sin que éstos tengan que sufrir las situaciones de desarraigo, hacinamiento y marginación social verificables en nuestros cinturones industriales.
 

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