domingo, 17 de julio de 2016

El gobierno ,El campo y la comunidad de bienes



El gobierno el campo y la comunidad de bienes 

Por Luis Benedit

Historia Colonial 

La comunidad de bienes : es un cuasicontrato en el cual una cosa, derecho o masa patrimonial pertenece a varias personas, ya sean físicas o jurídicas, denominadas «comuneros». Se diferencia de la sociedad porque ella es un contrato, un acuerdo de voluntades, en cambio la comunidad es un cuasicontrato, es decir, las obligaciones que de ella emanan no se originan en un acuerdo de voluntades sino en la ley. 

De una forma mas coloquial : La comunidad de bienes es un acuerdo entre una comunidad (entre otras cosas) , donde los bienes producidos por la misma, son de todos los hombres y mujeres ( bienes públicos) que vivan en la misma. Por lo tanto los alimentos producidos por los campos son producidos por todos aquellos que puedan trabajar, y luego repartidos de forma equitativa entre los habitantes. Cuando hablamos de bienes en esta época hablamos de los que son fundamentales para la vida. 
La comunidad de bienes se trata de una de las primeras formas de organización que planteo Platón en su república para la creación de una ciudad o pueblo. 

Como todas las personas tenemos distintas cualidades no todos producimos lo mismo, lo que causo los primeros conflictos de intereses , por alguna razón Platon hablaba de una sociedad utópica. 

Imaginemos entonces una sociedad que vive en un pequeño barrio de casas iguales rodeado de campos donde siembran y pastorean. El campo es un bien publico que alimenta a toda la comunidad y con eso basta para sobrevivir. 

El estado y el campo 

Si trasladáramos la comunidad de bienes a esta época y los campos no fueran de particulares si no de todos los habitantes de las ciudades. Entonces todos tendríamos un ingreso , sea alimenticio o en dinero ( de la exportación). 
De alguna manera esto es así, ya que el Estado es dueño de las llamadas tierras fiscales, lo que no tengo bien claro es si existen campos sembrados por el Estado, sembrados por trabajadores públicos que generen bienes públicos. 
Encontré algunos casos actuales donde se da algo similar a lo que intento reflejar en este texto: 

El Gobierno sembró casi 72% de soja en tierras de las Fuerzas Armadas 

http://www.lanacion.com.ar/1720075-el-gobierno-sembro-casi-72-de-soja-en-tierras-de-las-fuerzas-armadas 

En el ciclo 2013/2014 se plantaron, tras un convenio entre Defensa y el INTA, 13.357 hectáreas; es exactamente lo contrario de lo que proclama el discurso oficial 
Al Gobierno, que en el conflicto con el campo de 2008 demonizó la soja y luego criticó su monocultivo porque los productores plantan 60% de la superficie agrícola con este grano, también le gusta sembrar soja, y en un alto porcentaje. 
En la última campaña, 2013/2014, las Fuerzas Armadas sembraron con soja casi 72% (exactamente 71,66%) del área bajo cultivo en campos de su propiedad. Fueron 13.357 hectáreas, sobre un total cultivado de 18.639 hectáreas en tierras que esas fuerzas tienen en Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos. 
En julio de 2013, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y el ex presidente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y ahora ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, firmaron un convenio con el fin de, entre otras actividades, mejorar la productividad agropecuaria en los establecimientos de las Fuerzas Armadas. 
Eso representó un cambio de modelo respecto del alquiler a terceros de tierras castrenses y el Estado tomó el control total de la siembra. 

Cómo será la siembra en tierras fiscales 

http://www.eldiaonline.com/como-sera-la-siembra-en-tierras-fiscales/ 

Una sociedad anónima controlará la concesión de las hectáreas en un contrato en el que intervendrá el Ejecutivo. La sociedad también será auditada y tendrá una vida de 99 años. 

Las tierras fiscales de la provincia podrán ser explotadas por terceros a partir de la constitución de una sociedad anónima, que tendrá bajo su control la concesión de los contratos. Su actividad, prevista por unos 99 años, según la ley, será a su vez auditada. El Ejecutivo intervendrá en las definiciones. Esta ley, sancionada definitivamente y en camino a su promulgación, deroga la 9603 que establecía el régimen de explotación de islas fiscales. 

Según la ley, a la que accedió RecintoNet, su objetivo es “establecer las bases para lograr una eficiente intervención del Estado provincial a través de la instrumentación de las políticas públicas” para transformar las tierras fiscales de la provincia “que son “actualmente improductivas”, y “el mejoramiento y la ampliación de la capacidad instalada de los puertos”. 

Para aplicar esos criterios, se crea “Arroz del Delta Entrerriano Sociedad Anónima” que ejercerá “la titularidad de la concesión para la administración, transformación, desarrollo, aprovechamiento agroindustrial y explotación comercial, de las tierras fiscales de la provincia que el Ejecutivo” ponga en concesión ya que actuará como “concedente” en la operatoria. 

A su vez, la Sociedad será auditada interna y externamente y estará facultada para suscribir convenios con empresas públicas o privadas, nacionales o extranjeras, 

El pueblo donde siembran hasta en la calle 

http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/el-pueblo-donde-siembran-hasta-en-la-calle 

Villa Quillinzo está junto al lago Embalse. La soja y el maíz avanzan sobre terrenos urbanos, y algunos hasta usurpan las costas del lago, que son públicas. El jefe comunal promete que “es el último año en que se siembra en terrenos y calles”.

domingo, 10 de julio de 2016

El circulo vicioso del subdesarrollo Argentino Por Arturo Frondizi



Arturo Frondizi (Paso de los Libres, 28 de octubre de 1908 - Buenos Aires, 18 de abril de 1995) fue un abogado, periodista, docente y político argentino, que fue elegido como presidente de Argentina y gobernó entre el 1 de mayo de 1958 y el 29 de marzo de 1962, cuando fue derrocado por un golpe de Estado militar.

Pensando la historia de la grieta

´´La historia no es una parcialidad, es una totalidad. No está hecha de acontecimientos aislados, de los cuales elegimos arbitrariamente aquéllos que concuerdan con nuestros anhelos para edificar sobre ellos una interpretación parcial. Tal  ha sido el error de las dos grandes escuelas históricas argentinas: liberalismo y revisionismo. Ambas cayeron en lo  que un historiador inglés llamó ´´ interpretación demoníaca de la historia´´; ella se constituiría de ´´buenos´´  y ´´malos´´. Más que análisis del proceso histórico,  lo que hicieron fue condenar a unos y exaltar a otros. 
Para llegar a esta concepción integradora, totalizadora de nuestra historia, es preciso que nos despojemos de lo que he llamado ´´anteojeras ideológicas´´. En otras palabras, es preciso que abordemos su estudio sin conceptos, sin criterios apriorísticos. Lo que ha sucedido con las dos corrientes historiográficas es que el historiador ha fabricado , a priori, unos esquemas o unos comportamientos, y luego ha ido introduciendo, paso a paso, las etapas o los personajes.
Hay que distinguir lo secundario de lo principal, lo accesorio de lo esencial, lo anecdótico de lo histórico. Una etapa de la historia no puede ser juzgada por una anécdota. Nuestra tarea consiste en tomar en cuenta lo esencial de cada etapa histórica.
Al distinguir lo escencial de lo accesorio, estamos en condiciones de juzgar los acontecimientos, las etapas y los hombres que forman el proceso histórico. Por ejemplo,



¿Qué es lo esencial en el peronismo? Es el despertar de la conciencia nacional de las masas, el mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo, su organización, su participación en el gobierno de la cosa pública,  en resumen, el afloramiento del elemento social en el nacionalismo popular. La crítica debe recaer entonces también en lo esencial de sus debilidades ; en su incapacidad de echar bases materiales, económicas, que cimentaran sólidamente aquellas conquistas sociales. Tal es el juicio objetivo, desapasionado,que merece el peronismo.

¿Con ser el granero del mundo alcanza?

Hemos abordado esta sucinta crítica de las tesis del reformismo agrario argentino con el objetivo de demostrar,  en primer lugar, que ni la productividad de la tierra agrícola, ni el ascenso social de la población rural, ni los objetivos políticos generales tienen que ver con el problema jurídico de la tenencia de la tierra y de la transferencia de su propiedad, y que se vinculan, en cambio con la creación de condiciones económicas que promuevan la inversión de capitales en el sector. Lo cual, a su vez, es función de la transformación de nuestra estructura económica dependiente del factor externo en una economía industrial autodeterminada.Cuando nuestros izquierdistas vernáculos hacen del problema agrario el centro de gravedad de la problemática política coinciden, una vez más, con el pensamiento conservador , que visualiza la crisis argentina a través de una nostálgica reminiscencia del país de las primeras décadas del siglo y propone como objetivo económico nacional volver a ser un importante exportador de productos primarios. Por nuestra parte, afirmamos que a crisis agraria es solo un capítulo de la crisis general del subdesarrollo argentino y, como tal , no reconoce soluciones sectoriales fuera del marco de la lucha por el desarrollo nacional. 
La meta económica inicial de esta lucha es la construcción de la industria pesada y la integración de un dinámico mercado interno que abarque todo el ámbito territorial mediante la fluida intercomunicación de las regiones y la promoción industrial del interior.

Economía subdesarrollada 

En síntesis, el mundo subdesarrollado se encuentra enfrentado a la realidad de que con el producto de sus ventas externas no puede ya financiar, como antaño, la importación de lo necesario para mantener un ritmo de actividad económica compatible con las exigencias sociales de sus pueblos. La rebelión del mundo colonial ocurrida en el último cuarto de siglo está, sin duda, inspirada en profundos fundamentos nacionales e históricos pero fue detonada, asimismo, por la necesidad impostergable de encontrar una salida a esta crisis económica estructural, carente de solución en el marco de las relaciones de dependencia del pasado.
La superación de esta situación de insuficiencia crónica requiere la aplicación de una estrategia de validez general para todas las economías subdesarrolladas, sin prejuicio de las adaptaciones que elija cada individualidad nacional.
Se trata de lograr integración de la economía por medio de la construcción de la industria pesada, y la unificación del mercado interno que se apoye en la existencia y eficiencia del sistema de transportes y comunicaciones. Todo esto, a su vez plantea como requisito la deliberada elaboración de un plan de prioridades de inversión , y su puesta en marcha a ritmo acelerado,  mediante la complementación del ahorro interno con capitales extranjeros privados y públicos.
Cabría agregar que esta lucha por el desarrollo económico es el resultado de la existencia solida de una conciencia nacionaly, al mismo tiempo, un permanente objetivo de ésta. La lucha por el desarrollo supone vencer intereses poderosos, asociados con la perduración de la estructura productiva dependiente, y tal triunfo sólo puede ser obtenido si existe una fuerte cohesión nacional. A la vez, el desarrollo es una meta de todo movimiento nacional, porque no hay otro camino para la efectiva soberanía de los pueblos, el acceso a formas sociales más avanzadas y la afirmación de la personalidad nacional en el concierto mundial.

El éxito y el vicio

Otro elemento que particulariza el subdesarrollo argentino es su alto grado de vulnerabilidad externa en relación al que muestran países con economías  más primarias. Ya en la década de del 50 nuestra industria había logrado éxito en sustituir con fabricación local casi todos los bienes de consumo requeridos por el mercado interno. Se trataba, sin embargo, de un éxito parcial y de una evolución incompleta y deficitaria, puesto que toda esa estructura industrial dependía de estrechamente del abastecimiento externo. Y esa riesgosa supeditación se daba y se da no ya en relación a los equipos y maquinarias que proceso fabril requiere renovar al cabo de varios años, sino respecto a rubros que es necesario suministrarle todos los días, como los combustibles o las principales materias primas industriales. ( acero, diversos metales, productos químicos, maderas y derivados, etc) . De esta manera, cualquier circunstancia que trabe la importación de fluida de estos insumos o eleve significativamente su precio, como conflictos internacionales, maniobras monopólicas, o dificultades en nuestra propia balanza de pagos, pone en crisis a toda la estructura industrial del país, como efectivamente ha ocurrido tantas veces. No es lo mismo, por vía de ejemplo depender de la importación de cocinas y heladeras que tener que importar la chapa con que éstas son fabricadas localmente. Si se plantean dificultades en el suministro externo, en el primer caso se prescinde del consumo o se lo sustituye por formas primitivas, como la barra de hielo o el calentador. En el segundo caso, en cambio, la consecuencia es la interrupción del trabajo de todo un sector fabril y su secuela social de desocupación en masa.
Esto, no significa , por supuesto, que nuestra situación no sea netamente superior a la de la mayor parte de los países americanos, africanos y asiáticos que aún se encuentran en la etapa de importar alimentos , textiles o bienes de consumo durables. Por el contrario, el crecimiento industrial alcanzado , el nivel y las apetencias culturales de la sociedad argentina, un mercado interno que es todavía el más importante de de América Latina, y una clases trabajadora con disciplina y capacitación profesionales y sólida organización sindical, configuran una plataforma excepcional para la conquista del desarrollo. Todo ésto nos asegura que, una vez en el camino del crecimiento económico autodeterminado, nuestro avance será el más rápido y menor el costo social de transición. Pero , entretanto, aquella vulnerabilidad externa confiere al proceso labilidad y riesgo adicionales y acentúa la profundidad de al crisis.

La responsabilidad de una etapa decisiva

El pueblo argentino lleva a cabo una lucha incansable en procura del grande y complejo designio de su desarrollo nacional. En ese empeño ha conocido triunfos y derrotas y ha podido capitalizar una valiosa experiencia , que lo acerca a la victoria final. Porque lo que hasta hoy ha definido la relación de fuerzas en el enfrentamiento con el enemigo ha sido, menos que el poder de éste, nuestra fortaleza o debilidad internas, y hemos sido débiles cada que ha existido falta de claridad en los objetivos o incorrecta apreciación de los aliados.
Las distintas clases y sectores sociales comparten un propósito fundamental y comprensivo de sus aspiraciones particulares que es el de triunfar definitivamente contra el subdesarrollo y la dependencia. Esa coincidencia debe ser instrumentada prácticamente mediante la constitución de un Frente político que será electoral cuando las circunstancias lo requieran en el que tengan participación todos aquellos grupos sociales,  y cuyas funciones no empiezan ni terminan en una elección , ni se agotan con la oposición o el apoyo aun gobierno. Se trata, en cambio, de la organización de la lucha de todo un pueblo por su liberación nacional. Para esta etapa del proceso, los objetivos de los hombres y mujeres que integran la sociedad son, concretamente:

*Transformación liberadora de nuestra estructura productiva dependiente, acelerada expansión económica e integración física del país.
*Efectiva justicia social
*Soberanía popular sin restricciones, legalidad para todos.
*Afirmación y enriquecimiento de la cultura nacional.
*Política internacional independiente, al servicio de nuestros intereses nacionales.
En este proyecto está prefigurado el modelo de una gran nación, de posibilidades extraordinarias y singulares, moderna, creativa, pujante y generosa, cuya concreción definitiva será un logro de dimensión histórica.
A ello está convocada esta generación de argentinos.

Arturo Frondizi  El movimiento nacional: fundamentos de su estrategia (1975).