jueves, 6 de agosto de 2015

Murrungato Del Zapato Por M.E.Walsh

El GATO MURRÚN no era empleado ni sastre ni militar. 
El gato Murrún no era bailarín ni heladero. 
El gato Murrun era nada más que linyera, profesión muy respetable entre los gatos, los gatolines y los gatiperros. 
Vivía vagando, con su colita a cuestas, por la calles y por la plaza, la azotea y la terraza sin tener dueño ni casa. 
Una noche fría y lluviosa trotaba muy alicaído pensando en donde dormir. 
Y de repente…Oooh! 
Allí, junto al cordón de la vereda, vio un gran zapato viejo. 
Como Murrún era muy chiquitito, se lo probó, es decir, se acurruco dentro del zapato, y comprobó que le iba de medida. Y que además era abrigado y no dejaba pasar la lluvia. (No sé si ustedes era abrigado y no dejaba pasar la lluvia. ( No sé si ustedes habrán observado que los gatos y las gotas no se llevan nada bien.) 
Ronroneó y se durmió, con la puntita de la cola asomada por el agujero del zapato. 


Durmió y réquete durmió. Roncó y requete roncó y a la mañanita se despertó. 
Murrún quiere desperezarse y lavarse la cara, pero… 
¿Qué pasa? 
El zapato esta de tierra húmeda…Murrún no puede respirar…se ahoga…tiene que darse vuelta trabajosamente y asomar el hocico por el agujero para tomar un poco de aire… 
¿Qué es esto? ¿Quién ha llenado de tierra mi casa mientras yo dormía? 
Murrún se pone a arañar valientemente para remover los terrenos. Le cuesta mucho, porque están endurecidos por el sol, que ya brilla en el último piso del cielo. 
Por fin consigue asomar el hocico al aire…¿Y qué es que ve? 
¡Una Plantita! ¡Una Plantita, muy instalada y plantada en el zapato, Ens. Zapato!. 
¡Qué bonito!, dijo Murrún. 
Gracias, contesto la Planta, creyendo que era un piropo. 
¿Quién te ha dado permiso para instalarte en mi casa? 


Estaba tan cansada de vivir quieta en el mismo lugar…., le contesto la Planta, soñaba con mudarme a un zapato y pasearme de aquí para allá, de allá para aquí, ir a visitar a la mamá de alheli… 
--¡Eso si que no!, rezongó Murrún, esta muy bien que un Gato Murrungato viva en un zapato, pero tú ¿para que quieres zapatos si no tienes pies? 
--Yo soy planta, le contesto ella muy orgullosa, y aunque no sea planta de pie, igual tengo derecho a vivir en un zapato , si señor. 
--¡ Pero este zapato es mi casa y no quiero inquilinos! 
¡Fffff! 
¡Que lastima!, lloriqueo la Plantita, tendré que pedirle a Felipe que me trasplante otra vez a la vereda. 
--Donde todos me pisotean… Ay, yo que soñaba tanto con viajar en zapato por el mundo…! Ay, qué va ser de mí, de mi y de la mama de alhelí…! 
Murrún se lavaba la cara de muy mal humor. 
--Justo cuando había encontrado una casa tan linda…, rezongaba entre lengüetazo y lengüetazo. 
--Bueno, si te molesto me voy, dijo la Plantita. 
--¿Cómo te vas a ir si no tiene patitas, tonta? 
--Y, esperemos que pase Felipe y me trasplante a la vereda, dijo ella lloriqueando. 

--Esperemos que pase Feipe…, suspiro Murrún con cara de mártir. 
Y mientras esperaban los dos muy callados, la plantita, ya que no tenia nada que hacer, se puso a dar flores. Un monton de flores, como cuatro: 
Una celeste, 
Una colorada, 
Una amarilla 
Y una más grande. 
Murrún vio las flores y se puso bizco de la sorpresa. 
No atinó a decir ni mu ni miau ni prr ni fff. 
Estiró la patita juguetear un poco con ellas… y el viento las movía… y Murrún trataba de acariciar las flores muy suavemente, escondiendo las uñas… 
--Cuidado, no la arañes, dijo la Planta. 
--Debo reconocer, contestó Murrún sin dejar de jugar, que aunque eres un Planta muy molesta, tus flores son realmente lindas peripuestas. 
--No faltaba más, dijo la Planta modestamente, bajando las hojas. 
-- Y tienen rico perfume, dijo Murrún con el hocico pegado a los pétalos de hoja. La verdad es que me gustaría tenerlas siempre cerca, para jugar. 
--Si ahora te gusto más, dijo tímidamente la Planta, ¿Por qué no me llevas a pasear en zapato, como era mi ilusión? 
¿Estas loca?, contesto Murrún. 
Todo el mundo te miraría con admiración, porque nadie ha visto nunca algo tan maravilloso y floripondico… 
Viajaríamos… Yo andaría de aquí para allá, de allá para aquí, veria a la mama de alheli… 
Entonces Murrún lo pensó bien. Él también estaba cansado de vagabundear solo. Y dijo: 
--Bueno. 
Murrún se olvido de su mal humor y empuño los cordones. 
Allá se fue, llevando a la Plantita con sus flores pasear en Cochezapato por el mundo. 
Y así, con un garabato… se acaba el cuento de Murrungato.

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